miércoles, 31 de marzo de 2010

DOS CHAMACOS EN DOS RUEDAS



RELATO DEL VIAJE EN BICICLETA POR EL NORTE. DESDE JUJUY CAPITAL, POR LA QUEBRADA DE HUMAHUACA, HASTA UN PUEBLITO SALTEÑO LLAMADO IRUYA.

Mapa con el recorrido destacado en verde fluor

CHAU ROSARIO                                    


Como suele suceder, generalmente, el horario oficial de partida no fue respetado. Debíamos partir a las 23:50 hs. del 17 de marzo del año 2008 pero un retraso de una hora, aproximadamente, extendía nuestras ansias hasta niveles sobrehumanos de emoción, la desesperación por comenzar a pedalear nos exaltaba un poco. Deliberadamente exponíamos nuestros dientes para las fotografías que nos registraban cada momento.  

Familiares y amigos de los aventureros concurrieron a la despedida. Luego, con deseos de suerte e interminables "cuídense mucho", subimos al micro de Balut para irnos de Rosario e iniciar una dura competencia de sueños, ronquidos y cabezazos. Es técnicamente imposible determinar victorioso a uno de los dos en especial. El nivel demostrado por ambos en esta milenaria disciplina fue meritorio de un récord guinness.
Es más, la marca batida hasta podría haberse extendido, pero un "piquete" (aclaración para extranjeros: corte de ruta obligado por protestantes, pero no muy religiosos) perturbó nuestra profunda dedicación al descanso.

Dos horas, y con el aire acondicionado en falla, nos bastaron para tener presente en nuestros "mejores pensamientos" a las madres de aquellos "pobres" chacareros con sus "humildes" Hilux, Rangers y Dodge. Ni hablar de los tractorcitos que obstaculizaban el camino.
Cabe destacar que más tarde deduciría su malestar, esos gringos iban a ser muy perjudicados por las retenciones impuestas al campo. Probablemente ellos también tenían presente, en sus “mejores pensamientos”, a la madre de nuestra actual y “coqueta” presidenta.

El desenlace fue que nuestros planes de llegar por la tarde a San Salvador se derrumbaron "a lo torre gemela".

Sin embargo, y por suerte, la tele andaba y proyectaron un par de películas que ayudaban a distraerse un poco. Sin olvidarnos, aunque por ratitos, de "entrenarnos" rigurosamente para seguir batiendo el record. ¿Serán sonámbulos? ¿O estarán sedados? Calculo que interrogantes similares fueron planteados por el jujeño del asiento trasero.

LLEGADA A LA TACITA DE PLATA

Por fin llegábamos a la terminal de San Salvador de Jujuy, capital de la provincia más septentrional del país, conocida también como la "tacita de plata".

La idea era, primero, bajar el equipo y las bicis. Segundo, mientras uno cuidaba todo el otro iría a buscar información sobre rutas, atractivos, hospedajes, y datos relevantes que nos sirvieran de guía. El resultado fue mejor de lo esperado: rápido, eficaz, y posteriormente, bonito y barato.

Nuestra primera noche la pasamos en el "Club Hostel", un hospedaje que se encontraba a 250 metros del Casco Histórico de la Ciudad de Jujuy. Nos registramos y rápidamente subimos las bicis a una terraza para quedarnos tranquilos, ya que, a mitad de viaje luego de salir de Rosario, advertiríamos que las “lingas” habían quedado en nuestros respectivos hogares. Siempre algo se olvida y hasta debe olvidarse, no me parece necesario evitar cometer mínimos errores logísticos en situaciones controladas por el entusiasmo y la ansiedad. Me resulta divertido dejar detalles que se resuelvan al azar. Lo espontáneo no debe planificarse ni programarse porque perdería su gracia, su magia.

Vista Panorámica de San Salvador de Jujuy, empezábamos el viaje.

 

SUPERANDO DERRUMBES


Según Paulo Coelho: "Toda búsqueda comienza con la suerte del principiante y finaliza con la prueba del conquistador" Sin embargo, el miércoles 19 aconteció lo contrario.

En primera instancia, sin pedirnos permiso siquiera, el camino puso a estos dos "chamacos" (tontos) a prueba. El interrogante giraba en torno al estado físico, la fuerza de voluntad y nuestro "ego" a la hora de subestimar la inmensidad de los valles jujeños. Una inmensidad inmensa, que valga la redundancia. Una inmensidad hermosa, apasionante, y sobre todo desafiante.

De esta forma arrancó la aventura. Pequeños ascensos desde la ciudad hasta empalmar la ruta 9 y emprender viaje rumbo a Terma de Reyes. Nuestros ojos apreciaban cada detalle de aquella infinita extensión que nos invitaba a sentirnos parte del edén.

El itinerario que teníamos planeado era llegar a las termas y emprender una vuelta de 25 o 30 kilómetros por un camino de ripio inutilizado por los automóviles (según nuestro atlas de rutas) que nos conduciría a las Lagunas de Yala. En realidad era un camino inutilizado por nadie hace mucho, mucho tiempo. Pero de esta condición nos enteraríamos, a decir verdad deduciríamos, mucho, mucho más tarde.
El ripio fue terrible, curvas y contra curvas incesantes con un ascenso empinadísimo.
Para los rosarinos: imaginen cientos de "bajadas Puccio", una tras de otra, complementadas con ensaladas de piedras, charcos, barro, ramas, arroyos. En suma, distintos obstáculos que nos curtían las piernas y los traseros, pero alimentaban el espíritu aventurero y este nos inmunizaba de los dolores.
Fue durísimo, pero por otro lado, único y hermoso.

Más tarde, para nuestro asombro y posterior desilusión. Después de saltar tres o cuatro (no recuerdo bien) derrumbes, nos encontramos con uno "verdadero". Uno de película. El camino de ripio había desaparecido por completo.
Nuestras caras proyectando una clara desilusión y con la mirada orbitando a gran velocidad, con nuestros ojos que no cesaban de indagar los alrededores en busca de alguna solución a lo que parecía ser un problema.
Tan cerca de la laguna y sin poder seguir avanzando. Nuestros intentos múltiples por utilizar un arroyito de camino alternativo fueron en vano. La vida no siempre es ganar. Y la yunga jujeña “nos clavó un golazo a los 43 minutos del segundo tiempo”.
Esta circunstancia imprevista desembocó en la decisión de regresar por el mismo trayecto que tanto nos había costado pedalear.
Un poco malhumorados le dimos la espalda al precipicio del derrumbe y emitimos algunos insultos que el cómplice viento se llevó.
Lo que menos esperábamos era disfrutar la vuelta, pero para nuestra sorpresa, fue increíble.
Descender significa pasar de un lugar, a otro que está más bajo. Pero si ese paso se realiza sobre dos ruedas, y a una velocidad de 70 kilómetros/hora el sentido de la definición parece vacío.
Descender de este modo es alucinante, es una experiencia liberal.
Los susurros de las bicicletas avanzando, el viento exhalando en nuestras caras, el inoportuno toro que se nos cruzó, las sonrisas afanando el protagonismo del momento, las maniobras para esquivar piedras y obstáculos que parecían una operación quirúrgica, todo fue perfecto.

Francamente, valió la pena el esfuerzo de subir esos miles de metros que luego nos coronaron con un impresionante descenso, nuestra adrenalina despertó y se escapó un largo rato para sobrevolar las nubes. Más tarde volvió, pero con la ilusión de liberarse de nuevo.

Nuestro primer día ya se apagaba, encaramos la ruta 9 en dirección a Yala para pasar la noche en un camping del lugar. A descansar se ha dicho.

 Ipnotizado por el paisaje

ES PEC TA CU LAR, abajo el camino a Terma de Reyes



No le dimos pelota... Allá vamos!!!, más tarde volveríamos


Mauro sobre el ripio


 Terma de Reyes desde arriba


 Pequeños derrumbes


Su intimidante presencia interrumpió nuestro descenso: Fuiraaa Toro!


¿Y ahora? a empujar las bicis sobre el barro



CONTINUA LA TREPADA: DE LOS VALLES A LAS QUEBRADAS


Mellando cumbres de plata
aurífero, el sol rodaba,
cuando El Chañi con su lanza
abrió su entraña de lava.
La sangre del sol es fuego
rojo, azul, verde, morado,
y al derramarse en los cerros,
quedaron todos manchados.
Y allá, donde el astro herido,
sangrando dejó su marca,
hombres de cobre forjaron
el pueblo de Purmamarca.

Salimos temprano de Yala con destino al pueblito de los siete colores. Todo venía excelente, hasta que, en un momento, nos encontramos con un tramo de ruta 9 cortado por el riesgo de probables derrumbes. El desvío para continuar era de ripio, ufa! , a renegar de nuevo.
Las alforjas parecían querer escaparse. Pegaban saltos olímpicos para poder soltarse del portaequipaje, retenidas por una numerosa cantidad de tensores entrelazados eran privadas de su libertad.

Para el colmo de todo, el camino estaba excesivamente transitado, autos que iban y venían nos dejaban unas gigantescas nubes de polvo. Un pequeño deleite para nuestros pulmones.

Cabe destacar también que el primer día nos había dejado demasiado agotados. Las piernas parecían girar solas, como por inercia.

Necesitados de buscar algún recurso extra de impulso. En el momento justo. En el lugar ideal. Como por arte de magia. Un camión Chevrolet "del año del pedo" nos permitió colgarnos de su acoplado, y a una velocidad aproximada de 5 km/h nos acercó al empalme de la ruta.

Nuestro más sincero "GRACIAS" para aquel conductor que miraba constantemente por sus espejitos retrovisores preocupado por la comodidad y el confort de sus inesperados pasajeros.

Nuevamente sobre ruta 9, pedaleamos sin cesar hasta Volcán.

Con los tanques de combustible vacíos y las caras llenas de tierra colorada, era necesario recargar rápido. "El paso de Jama" , frente a la terminal del pueblo, fue el lugar elegido para tal fin.
Costeletas y ensalada, con un plus de carisma y amabilidad por parte de una familia que ahí almorzaba fueron suficientes para que recuperáramos, a la velocidad de la luz, las fuerzas y las ganas de continuar, de seguir hacia arriba.

Kilómetro a kilómetro llegamos a Purmamarca. Un pintoresco pueblito que se encuentra al pie del popular cerro de los siete colores.

Fue en este lugar donde, hasta el momento, realmente fuimos concientes de la calidez de la gente y la belleza inalterada que se encuentra en los paisajes norteños.
En sus colores, en sus formas, en las increíbles manifestaciones naturales que aquí se exponen.
La quebrada es, sin duda, un paraíso real inmejorable.
Un hospedaje familiar fue el punto de encuentro ideal que eligió el destino para presentarnos a tres excelentes personas.
Dos "changos" en bicicleta como nosotros. Con diferente origen y diferente destino. Pero con las mismas ganas de andar por los caminos, mejor dicho, de que los caminos nos anden. "Esa es la verdad de la milanga". Porque son ellos los verdaderos protagonistas. Esas distancias de asfalto, de tierra o de ripio que tanto nos prueban y exigen. Exigen lo que valen, ni más ni menos. Nada de llevar fiado. Se pagan al contado, en efectivo, tienen absoluta y eterna garantía.

Volviendo al tema de nuestros nuevos amigos salteños. Uno se llamaba Martín, y su compañero José. Ellos fueron las personas con las que compartimos muchísimas risas, y algún que otro kilómetro juntos (eran correcaminos, nosotros parientes de la Tortuga Manuelita).
Ni hablar de la peculiar habilidad del primero para con la emisión de gases inoloros a la atmósfera. Sin duda todo un ejemplo de que la capa de ozono debe cuidarse. Aunque por otro lado, la contaminación sonora era de alta gravedad, desiveles que vibraban en los tímpanos. No quiero ni imaginar como vibrarían sus cachetes emisores. Simplemente, unos genios.

En Purmamarca tuvimos también el placer de conocer a Marcos "Tatu" Uriburu, un "buscavida", como el mismo se definió. Fiel a su estilo de vida, viajó por toda Sudamérica, Sudáfrica, entre otros. Una excelente experiencia en todo tipo de travesías. Excelente cómico por naturaleza. Y excelente persona también. Sus consejos nos ayudaron muchísimo. Gracias Tatu, nos volveremos a ver.

Con uds. : LOS VALLES JUJEÑOS

  
Espejo retrovisor



"Miré pa el costado, y el´joputa colgado del miónca"




Entrando a Volcán


Calles de Volcán
 

Con los salteños y Tatú en un comedor de Purmamarca.

Un descanso... que merecían



Mauro y el Cerro de los 7 colores



El Cerro de los 7 colores y yo

Sentados en una calle de Purmamarca


CUESTA DE LIPÁN (¡Realmente Cuesta!) , Y POSTERIORMENTE, DESIERTO DE SAL

Por la mañana del día viernes 21 nos despertamos los cuatro aventureros con un mismo objetivo: ascender por la Cuesta de Lipán (altura sobre el nivel del mar: 4170 metros) para luego dirigirnos a uno de los lugares más surrealistas del planeta, las Salinas Grandes. Éste es el segundo salar más grande del mundo luego del Uyuni, que se encuentra en Bolivia.

Miles de indicaciones, consejos, y hasta advertencias por parte de Tatu para con los cuatro.
Un pinchazo tempranero retrasó a los chicos salteños, que no tardarían mucho en alcanzarnos y dejarnos atrás. Como dije antes, lo vuelvo a repetir, eran dos correcaminos en comparación con nosotros, quizás el secreto estaba en la "turbina" de Martín.

Cuando dicen que en la altura falta el oxígeno, créanme, falta. Uno inspira con todas sus fuerzas intentando llenar los pulmones, y estos parecen vacíos. Los ascensos que comprimen el pecho, y quitan por completo las fuerzas de las piernas.
El "efecto esperanza", así denominé a esta malévola forma de volvernos loco que tiene la interminable serpiente de la cuesta. Un laberinto de curvas incesantes, que siempre prometen ser la última. Y al llegar, resultan ser sólo el comienzo de otro gran esfuerzo físico, mental y sobre todo espiritual.

Durante el ascenso Mauro comenzó a sentirse un poco mal, y como el tiempo estimado se extendía demasiado, decidió hacer lo que quedaba sobre cuatro ruedas. Con tan sólo levantar el dedo, y en cuestión de segundos, una Hilux sirvió de transporte para él y su GT Palomar. El trato acordado era reencontrarnos en la cima del Abra de Potrerillos (4170 m.s.n.m.), y así resultó, sólo que dos horas y media después.

No tengo palabras para describir la satisfacción de haber llegado a la cima por cuenta propia. Tramos pedaleando, otros caminando y hasta algunos trotando con la bici a un lado, me fueron llevando a descubrir que la fórmula del éxito tenía solo un ingrediente. Y no es un secreto, para nada. Todos la tenemos, es universal e invencible. Se la conoce como ESPÍRITU.

Lo que me llevó a ascender tanto fue el espíritu, la mente sólo me tiraba negativas, incesantes negativas. El cuerpo, uh!, ni hablar del cuerpo. Ya no respondía, era un ente. Tambaleando avanzaba a lo que sería un desafío enorme en mi vida, quizás uno de los más importantes en estas dos décadas y casi un año desde mi primer abrir y cerrar de ojos.

Ya juntos desde la cima, todo toma un significado diferente, nuestra insignificante presencia en el globo es más que evidente. Somos menos que granos de arena en un mar. Y así fue como esta suave marea irreal nos empujó hacia un paraíso inimaginable de sal.

El descenso directo al desierto blanco, acompañados de la imaginaria presencia del "Súper Rojinegro" llevando al frente los gloriosos colores de Newell´s Old Boys, fue una tenue porción de tiempo para reflexionar, mientras para adelante íbamos, lo que estábamos a punto de constatar: El éxtasis visual más deslumbrante que puedan imaginar nuestras mentes.
Azul y Blanco, cielo y superficie. Con ustedes, la dupla que conforma esta obra maestra de la creación.

Encarando el descenso como un superhéroe en rojo y negro


Las salinas son, y sin siquiera dudarlo, el más alucinante paisaje que disfrutamos hasta el momento.

Podría extenderme con esmero en el intento de sintetizar tanta perfección, utilizaría miles palabras y quizás podría acercarlos a una vana y superficial idea, pero no puedo equiparar la propia experiencia de sentir cada único metro cuadrado de sal, no puedo encandilarlos con esa mezcla de colores que tiñen el alma, es tan extraño que uno se siente en otro planeta… en fin, es un privilegio imposible de describir. 

"El mundo está en manos de aquellos que tienen el valor de correr el riesgo de vivir sus propios sueños" (Paulo Coelho).
Camino a Purmamarca.. Reflejando en las gafas las quebradas


 Pasito en el aire


A punto de iniciar el ascenso por la Cuesta de Lipán


Subiendo..

Parada en el camino

 Serpiente de la cuesta

En la cima, a 4170 m.s.n.m. flameaban los colores de nuestro querido Newell´s Old Boys 

4170 m.s.n.m.
En camino a las Salinas Grandes

 Ruta que cruza las Salinas Grandes




Pirueta de Martín


 Pirueta de Mauro

 Desde el piso de Sal

Ventana de la habitación en Purmamarca

BREAK EN TILCARA

Luego de pasar una noche más en el pueblito de Purmamarca, decidimos salir cerca del mediodía hacia Tilcara, ciudad que se encontraba a 22 km.

La idea principal fue hacer este trayecto de la manera más relajante posible, ya que, al parecer, lo peor había pasado y nos había dejado algo "debiluchos".

Por este motivo, fue una pedaleada exclusivamente de paseo, con muchísimas paradas a tomar fotografías y a observar, con detenimiento, los lejanos y llamativos horizontes que se sucedían unos de otros.

A mitad de camino tuvimos la oportunidad de visitar la "Posta de Hornillos". Una antigua casa colonial que fue cuartel general de vanguardia del ejército de la Independencia; allí descansó el General Manuel Belgrano después de las victorias de Tucumán y Salta. Un escenario de varios combates y todo un testimonio de la historia argentina.

Calavera en el museo de Hornillos

En hornillos aprovechamos también para dejar, sólo por un rato, las bicis y ascender caminando a la cima de un cerro dónde se encuentran los restos de un pucará de la zona.

He aquí, que consideramos haber descubierto y/o encontrado una tabla de surf utilizada por quechuas y aymaras, para barrenar los arroyos en temporadas de deshielo. Eso no es todo, también experimentamos que este lugar sagrado es propenso a disminuir el efecto de la gravedad, por lo que, Mauro se elevó por los aires en forma de bichito bolita. 

 Tabla de surf

VUELA !!!

Se ha escrito una página de vital importancia en la desesperada búsqueda de respuestas a los misterios arqueológicos y físicos de nuestro mundo. "Primero deliro, luego existo", Teoría del sube y baja, por Sietecase, M. y Gimenez, M. (Jujuy, Argentina - 2008 d.C. )

Ya llegados a Tilcara, Mauro demostró tener, nuevamente, una virtud que no está en la lista de mis mejores dotes. Yo, desesperado, quería hospedarme en cualquier lado, y estuvimos a punto de pagar hasta siete veces más por mi falta de paciencia.

En fin, eso es lo positivo de ser dos. Nos complementamos y los resultados de las decisiones tomadas son, probablemente, siempre correctos.

Tilcara se convirtió, inconscientemente, en nuestro intercambio gastronómico-cultural. Esto se debe a que, aparte de visitar los sitios turísticos habituales, probamos todo lo que estaba a nuestro alcance. Fue un "estricto" menú colmado de Cazuelas de llama y de cordero, ni hablar de las típicas y exquisitas humitas, o del tan tradicional Locro argentino, fue un menú "para chuparse lo dedos".

Como una arrolladora estampida de sabores que aplastó nuestros hambrientos estómagos hasta colmarlos por completo. Y a su veloz paso aplastó también nuestra indiscutida economía de guerra. En fin, quién te quita lo bailado!

Tilcara quedará grabado en nuestros corazones, y obviamente en nuestros estómagos también, como sinónimo de una extrema delicadeza de fe. Este lugar fue, factiblemente, el más fuerte contacto con el creyente pueblo jujeño.

El cuerpo vibraba al ritmo incontrolable de los escalofríos, como siguiendo el flujo suave del viento atravesando por las quenas de los sikuris.
Los latidos eran marcados por la explosión de los enormes bombos de cuero.
Los ojos lagrimeaban contagiados por la nostalgia que se hallaba flotando en el ambiente.

Entre los miles de agradecimientos y pedidos enviados a los cielos por esta hermosa gente ( la misma que no cesa de ofrecernos sus tan especiales sonrisas), sin titubear, podría asegurar que en este lugar permanece suspendida una invisible, pero perceptible, nebulosa de fe y esperanza. Su densidad, que enceguece y maravilla, podría atrapar hasta al más ateo de los seres humanos.

Esta es la síntesis de un domingo de pascua en Tilcara que, obviamente, nunca olvidaremos.

En este territorio tuvimos también la oportunidad de visitar las ruinas, parcialmente reconstruidas, de un pueblo originario. El pucará (fortaleza, en quechua) de Tilcara se ubica en la cima de un cerro desde dónde se puede apreciar la magnitud de la Quebrada que a su alrededor envuelve. Fue un divertido paseo por habitaciones, santuarios y monumentos.

Meramente, otra interesante experiencia para agregar a la lista de anécdotas.

Pedaleando para Tilcara

 Pucarás en la altura de un cerro en Hornillos

Martín y Mauro

 El sendero


Por la ruta

 
Cartel Tilcara

  Cartel Tilcara 2


Extraño postre en Tilcara: Pastafrola con Cerveza Norte 

 Iglesia de Tilcara y Domingo de Pascua

 Procesión de Pascua 

 Ermitas de Tilcara: obras de arte hechas con pétalos de flores, semillas, tierra.

En el Pucará de Tilcara

La Flora

No me mates!! Soy Giordano!!

BREVE PASO POR HUMAHUACA

Nuestra presencia en Humahuaca fue muy breve y sin historietas muy interesantes.

En resumen, lo más emocionante de nuestro paso por este sitio, fue teñir el bar de su terminal de ómnibus con el rojo y el negro. Tan sólo un intervalo de pasión futbolera en la altura, que con nuestro siempre incondicional apoyo a esos dos colores, esos que lleva encima la casaca del más grande rosarino; fue suficiente para levantar los ánimos y encarar con todas las garras el objetivo final de nuestra empresa: trepar al paraíso.

  Alentando a la "Lepra" desde la terminal de Humahuaca!!!

RUMBO A LA TIERRA PROMETIDA

Levantarse temprano, desayunar, preparar el equipo, y salir hacia Iruya. Eso era nuestro itinerario. Eso fue lo sucedido.

Inevitablemente estábamos ansiosos por concluir, y de excelente forma, esta loca travesía.

Nuestra escasa, aunque práctica experiencia en ascensos nos permitió transitar con mucha calma el primer trayecto hacia el empalme de ruta 9 y el ripio que conduce a Iruya (Salta). Y he aquí otra jugada del destino para con nuestra "búsqueda" llena de encuentros.
Justamente en el comienzo del ripio hacia Iruya conocimos a los muchachos/as de Pedales Platenses, un amistoso grupo de aventureros ciclistas oriundos de la ciudad de La Plata, Pcia de Bs. As.

Los saludos, la presentación, y así arrancamos todos juntos, como un cardumen de salmones nadando en contra de la corriente, un ascenso por el complicado ripio hacia el Abra del Cóndor. Límite entre las pcias. de Jujuy y Salta, con una claustrofóbica altura de 4000 mts. sobre el nivel del mar.

Esto significó una prueba de conquistador para nuestras agotadas almas. Fue el esfuerzo final antes de concretar nuestra "pequeña gran hazaña".

Llegar nuevamente a una cima, reivindicarnos, y dejar manifiesta nuestra presencia en aquella posada de las nubes fue un hecho trascendental. Como si el cuerpo, la mente y el espíritu, se trasladaran a otra dimensión del tiempo, un lugar dónde lo único importante es llegar a la meta y cumplir el objetivo. Sentir, aunque sea por segundos esta sensación, hace que mil años más de vida valgan la pena. Es integrarse a la nada donde todo es. Es más que estar ahí, más que haber llegado, alucinadamente, es ser la propia cima.

Abra del cóndor es la ventana a un paraíso. Desde lo más alto se pueden observar, por un lado, el vertiginoso descenso hacia Iruya, y por otro, el descenso de regreso a ruta 9 y las poblaciones intermedias, como Chaupe Rodeo, por ejemplo.

El paisaje es irreversiblemente mejorable. Quebradas con cortes milimétricos, de absoluta excelencia y forma, dibujan figuras geométricas irregulares que son meritorias de ser observadas eternamente, hasta el final de los tiempos.

Bajar esa gran muralla de rocas sobre dos ruedas es más que una emocionante experiencia, es el contacto directo con el virgen y puro significado del sentimiento.

La adrenalina despedida mientras levantábamos el polvo del camino fue en tanta cantidad que podríamos habernos evaporado instantáneamente.

Los precipicios que simulaban no tener fin, eran interminables abismos que espectaban nuestro fugaz descenso amenazándonos, en cada curva, con absorbernos en sus profundidades.

Con intrepidez y con mucho respeto, nuestras diminutas figuras encaraban indetenidamente las empinadas bajadas.

El acertijo de saber adónde nos estábamos acercando se resolvía lentamente, y no costaba, en lo más mínimo, adivinarlo... El corazón de un Valle, un sueño llamado Iruya.

Entre montañas y dormido en el tiempo, Iruya es un pueblo de fantasía. Su iglesia, sus casas y empinadas callecitas de piedra hablan de las formas típicas de la vida de su gente, resguardándolo del fragor de las grandes ciudades permanece intacto y fuera del alcance de la acelerada modernización.

Este sitio constituía el principal objetivo a alcanzar. De aquí en adelante podríamos sentirnos realizados, así sucedió... Fin de la aventura

Iruya: nos faltaban 53 km para llegar.

 Camino a Iruya

 Que calor..

 Límite entre Jujuy y Salta

 Mauro posando para la foto

"Prestigiosa institución, tu brillante trayectoria, hoy festeja tu legión"

Bajando a Iruya

 Rápido la foto, que quiero seguir bajando.. QUE DESCENSO!


 Bajada

 Contento!

 Mirando el paisaje

 Faltaba poco para Iruya


La "AVENIDA" de Iruya

La "AVENIDA" de Iruya


 Mirador en Iruya

 Concentrado, escribiendo este relato.


TODO CONCLUYE AL FIN

Si Dios nos dio la capacidad de soñar, es probable que también nos dio la capacidad de hacer realidad lo que añoremos. Y esta innegablemente prueba, creo que confirma la teoría.
Soñar, posteriormente intentar, alcanzar y superar, hasta lograr. Ese es el sentido de la vida, o por lo menos de la mía.

Pedalear por el norte, conocer a tanta gente (y a tanta gente buena), tantos increíbles y hermosos paisajes, ver las realidades de otro sector de nuestro envidiable país, tener otras perspectivas de la vida, lograr objetivos que requieren de mucho esfuerzo, compartir y discutir con Mauro las cientas de discrepancias que surgían, y sobre todo aprender de la propia experiencia son cosas que no tienen precio.

La vida debe ser, probablemente, similar a un viaje en bicicleta. Con muchas cimas que alcanzar, con muchos obstáculos y miles de cámaras para emparchar, el secreto está en avanzar, no importa si las curvas nos marean, si los ascensos nos quitan las ganas y las fuerzas, no importa que la altura se imponga y nos deje sin aliento.
Lo importante es superar las pruebas, llegar a la meta. Alcanzar la cumbre, y desde ahí, contemplar la superada senda. Cuando las circunstancias lo requieran desafiar lo improbable, hasta lograr lo imposible si es necesario.

Lograr, Superar, Alcanzar, y obviamente Recorrer.. Son cosas del camino, son cosas de la vida.

Como dijo la Hna. María Teresa de Calcuta, y para que entiendan el fin primordial de tanto discurso, esta es la conclusión: "Siempre ten presente que la piel se arruga, el pelo se vuelve blanco, los días se convierten en años... Pero lo importante no cambia, tu fuerza y tu convicción no tienen edad. Tu espíritu es el plumero de cualquier telaraña. Detrás de cada línea de llegada, hay una de partida. Detrás de cada logro, hay otro desafío. Mientras estés vivo, siéntete vivo. Si extrañas lo que hacías, vuelve a hacerlo. No vivas de fotos amarillas... Sigue aunque todos esperen que abandones. No dejes que se oxide el hierro que hay en ti. Haz que en vez de lástima, te tengan respeto. Cuando por los años no puedas correr, trota. Cuando no puedas trotar, camina. Cuándo no puedas caminar, usa el bastón… ¡Pero nunca te detengas!


En la plaza de Humahuaca, esperando el micro para volver a Rosario...

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BICI-ENVENIDOS !!!

Desplegar las alas es el secreto de vivir.

Sin miedos, sin dudas... frente a todo, frente a un paisaje conocido o desconocido. Abrir las alas y volar.
Cuantas veces en la vida cerramos nuestros ojos y la realidad que conocemos resulta distinta en ese mágico mundo de sueños. Nos perdemos en los pensamientos, en las fantasías, volamos y nos dejamos llevar...

Protegemos nuestras alas, no dejamos que toquen tierra firme. Soñamos y nos encanta.
Es el momento de abrir las alas al máximo. Disfrutemos del paisaje, no nos detengamos ante los obstáculos, al contrario pasemos por ellos sintiéndonos fuertes, comprendiendo que el horizonte es la meta y que ese vuelo es sinónimo de libertad. Como en los sueños, como en esos momentos mágicos en que la mente nos lleva a un mundo desconocido y maravilloso, como en esos instantes en que sólo nos dejamos llevar sin ofrecer resistencia.

Sólo depende de nosotros, sólo debemos aprender a volar... o mejor aún, a pedalear !


ALLÁ VAMOS... ¡ y en Bicicleta !